El Iluminismo y la creencia en Dios

Rick Wade


Introducción

Solemos vernos tentados a pensar en nuestro propio tiempo como único, un tiempo que presenta desafíos que otros no han conocido. Entre otros desafíos, los cristianos de Occidente hoy tienen que tratar con una cuestión filosófica fundamental: a saber, la cuestión de la posibilidad de conocer la verdad. La mentalidad de nuestra sociedad hoy es de escepticismo o relativismo. El escepticismo dice que existe la verdad, pero no podemos conocerla; el relativismo dice que no existe ninguna verdad fija. Estas mentalidades afectan todas las afirmaciones de verdad, por supuesto, pero son especialmente significativas para los cristianos al buscar proclamar el evangelio a otros y aferrarnos a él en estos días de incertidumbre.

¿Acaso es nuevo el desafío de la pérdida de la verdad? De ninguna forma. Ha habido períodos de escepticismo a lo largo de la historia de Occidente. En este artículo echaremos una mirada a la era conocida como el Iluminismo, ese período de la historia de Occidente que se extiende del siglo XVII al siglo XVIII. Lo que veremos es que los mismos temas que estamos tratando hoy eran problemas tres siglos atrás. Nos interesará especialmente el conocimiento de Dios.{1}

Antes de considerar al Iluminismo mismo, miremos rápidamente el esquema que precedió esta extraordinaria era.

Antes del Iluminismo, creer en Dios en Occidente era como creer en la salida del sol; la respuesta a todas las grandes cuestiones de la vida era Dios (independientemente de que un individuo dado estuviera inclinado a obedecer a Dios o no). La Biblia era la fuente del conocimiento acerca de Él, especialmente el Antiguo Testamento, porque allí uno podía aprender, entre otras cosas, la historia de la humanidad y los propósitos divinos. Aun las cuestiones políticas debían ser resueltas por el Antiguo Testamento.

Se entendía que todo operaba según el plan de Dios. Los sucesos de la historia no eran hechos aleatorios, sino sucesos que servían para llevar a cabo la voluntad de Dios. El universo era relativamente joven, había sido creado por Dios unos 4.000 años antes de Cristo y era mantenido en operación gracias a la participación inmediata de Dios. La Tierra era el centro físico del universo; dado que el hombre era el nivel más alto de la creación, era claro que los propósitos de Dios estaban centrados en él.

Para algunos, esta imagen del mundo significaba un hogar cómodo: lindo, prolijo y ordenado. Sin embargo, el mundo era un lugar misterioso y a veces aterrador. Esto, junto con la creencia que se sostenía en general en "ese Juicio Final donde muchos serían llamadosl pero pocos escogidos",{2} produjo en algunos una perspectiva pesimista. "Ciertamente no hay felicidad alguna dentro de este círculo de carne", dijo Sir Thomas Browne, "ni está en la óptica de estos ojos contemplar la felicidad".{3}

Si bien se conocían las diversas extensiones importantes de tierra, no se conocían otras civilizaciones. Los europeos sabían poco acerca de otras culturas. Era fácil creer que la suya era la civilización más elevada.

Con el crecimiento de la ciencia y el descubrimiento de otras civilizaciones vino una nueva manera de pensar en "Dios, el hombre y el mundo". Considerémosla brevemente.

Un desplazamiento en el pensamiento

La ciencia

En la era del Renacimiento, el mundo comenzó a volverse más grande para los europeos. El conocimiento aumentó rápidamente, y este aumento produjo cambios importantes en la vida. Las diferentes vertientes de cambio se mezclaron en el Iluminismo, culminando en una nueva forma de mirar el mundo.

Hubo un desplazamiento importante en el mundo de la ciencia con el desarrollo de las ideas de personas como Francis Bacon (1561-1627). Bacon, un filósofo y estadista inglés, abandonó la forma clásica deductiva de entender la naturaleza recibida de Aristóteles, y abogó en cambio por un enfoque experimental e inductivo. Rechazó la autoridad de la tradición, y brindó "un método de experimento e inducción que pareció ofrecer un medio infalible de distinguir entre la verdad y el error".{4}

Si bien la ciencia luego se convertiría en la fuente de confianza para la gente de Occidente, en los primeros días los descubrimientos científicos eran inquietantes. Por ejemplo, la invención del telescopio destronó la teoría del universo de Aristóteles, en la que la Tierra --y, por lo tanto, el hombre mismo-- era el centro. Aristóteles enseñó que el universo era una serie de esferas concéntricas, una dentro de la otra. "Copérnico y sus sucesores hicieron añicos este mundo", dice el historiador James Turner.{5}Ahora se entendía que el hombre vivía en un pequeño planeta que giraba en un espacio que no tenía centro. Fue un tiempo de gran confusión. En palabras del poeta John Donne: "Está todo en pedazos, toda coherencia se ha ido".{6}El descubrimiento de que no estamos en el centro del universo hizo que la gente se pusiera a pensar si realmente tenemos algún significado.

Sin embargo, más perturbadores eran los descubrimientos geológicos.{7} Parecía que la tierra era más antigua que la comprensión del Antiguo Testamento de entonces, que parecía decir a algunos que el mundo había sido creado unos 4.000 años antes de Cristo. La Biblia había sido, por mucho tiempo, la autoridad en este tipo de cuestiones. ¿Podría estar equivocada? Cuestionar la Biblia era cuestionar al cristianismo mismo. Dado que el cristianismo brindaba a los europeos su cosmovisión básica, este tipo de preguntas era sumamente perturbador.

Exploración

Los viajes de descubrimiento tuvieron un profundo impacto en la visión de los europeos de su lugar en el mundo y sus creencias cristianas. Los descubrimientos de otras civilizaciones hicieron que los europeos se preguntaran si su civilización cristiana era realmente mejor que las demás. China era un problema especial. Aparentemente, antedataba la civilización europea y, posiblemente, ¡aun el Diluvio! Como los europeos, los chinos se veían a ellos como el centro del mundo. ¡Y China no era cristiana!

Otras sociedades más primitivas presentaban sus propias dificultades. Por ejemplo, los informes sobre cuán apacibles y afectuosos eran los indígenas norteamericanos hizo que la gente se pusiera a pensar en la doctrina del "pecado original". También se preguntaban si Dios habría destruido pueblos como estos en un Diluvio.

Además, si otras civilizaciones pudieron funcionar sin creencias cristianas, tal vez el cristianismo mismo no era tan significativo, al menos en el nivel cultural. Tal vez era sólo una religión entre muchas.{8} Norman Hampson concluye que "el desafío intelectual de las sociedades no europeas fue un desafío mucho más directo y fundamental a las creencias cristianas tradicionales que todo lo que pudiera provenir de los científicos".{9}

Por lo tanto, los descubrimientos de la ciencia y los viajes desestabilizaron inicialmente el mundo ordenado de los europeos, y luego hicieron que muchas personas dudaran de la significación de su religión misma.

La nueva mentalidad

Desplazamiento en el conocimiento

Miremos más detenidamente los cambios en el pensamiento que se desarrollaron durante el Iluminismo.

A principios del siglo XVII, el filósofo francés René Descartes (1596-1650) formuló una filosofía muy racionalista. Su meta principal era producir un argumento lógicamente verdadero a favor de la existencia de Dios. Para hacerlo, empleó lo que llegó a conocerse como el método de la duda. Descartes creía que debíamos dudar de toda idea que no fuera "clara y distintiva". La única idea que él podía sostener de esta forma era que él mismo existía. De ahí la frase "pienso, luego existo". A partir de allí, Descartes desarrolló su filosofía de una forma lógica y racional. Hasta se acercó a la naturaleza desde una perspectiva deductiva y racionalista. Comenzando con principios generales y conocidos de la naturaleza, Descartes dedujo cómo debería ser el resto de la naturaleza.

Si bien la forma de ver el mundo de Descartes fue derribada por el enfoque experimental, su filosofía en general tuvo un impacto profundo. Es considerado por algunos como el primer filósofo modernista, porque buscaba la certeza en el conocimiento dentro del individuo y no de una autoridad externa. La razón se volvió más importante que la revelación.

Sir Isaac Newton (1642-1727) fue una figura inmensamente significativa en el mundo de la ciencia en desarrollo. Su descubrimiento de la ley de la gravedad mostró que la naturaleza podía ser comprendida por el hombre. El hombre ya no estaría a la merced de un mundo desconocido. La obra de Newton fue tan significativa para entender la naturaleza que llevó a Alexander Pope a escribir: "La Naturaleza y las leyes de la Naturaleza estaban ocultas en la noche. Dios dijo: '¡Sea Newton!', y todo fue luz".{10}

John Locke (1632-1704) fue otro importante pensador de la era del Iluminismo. El historiador Norman Hampson dice: "Las nuevas corrientes de pensamiento parecían fluir todas en él".{11} Locke creía que el conocimiento a través de la experiencia es superior a la que se acepta por creencia y confianza --"el flotar de las opiniones de otros hombres en nuestros cerebros", según lo denominaba.{12} Rechazó la teoría de la ideas innatas enseñada por Descartes, y creía, en cambio, que nuestra mente comienza como una tabla en blanco a la que se agrega conocimiento por la experiencia. Locke llevó este enfoque al mundo de la naturaleza y la moral humana. Él creía que "los valores morales surgían de las sensaciones de placer y dolor, donde la mente llamaba 'bueno' lo que la experiencia mostraba que producía placer".{13} Si bien Locke era cristiano, preparó el escenario para una comprensión naturalista de la moral.

Nuevo optimism

Esta nueva forma de ver el mundo, de escuchar primero a la experiencia en vez de la tradición y la iglesia, fue una característica importante del Iluminismo. James Turner llama a esto una "nueva mentalidad". La gente ya no dependía de la Iglesia para que le enseñara acerca de su mundo. Ahora podría aprender de él de otras formas.

Con el tiempo, la inquietud originada primeramente por el descubrimiento científico fue reemplazada por un "optimismo sin precedente" basado en la confianza en la capacidad del hombre de "dar forma a su entorno material y social".{14} Hubo un "desplazamiento gradual y complejo en el clima intelectual", dice Norman Hampson. "A medida que la ciencia parecía establecerse sobre una base inexpugnable de hechos verificados experimentalmente, la duda y la confusión terminaron por dejar lugar a la confianza en sí mismo, la creencia de que lo desconocido sólo debía ser descubierto, y la suposición general --sin precedente en la era cristiana-- de que el hombre era, en gran medida, el dueño de su propio destino".{15}

La secularización y la Iglesia

Los hallazgos de la ciencia tuvieron efectos profundos en el pensamiento de la gente acerca de Dios y su religión durante el Iluminismo. Sin embargo, la ciencia no se encontraba sola en esto. Había otras fuerzas obrando que empujaban a Europa hacia un nuevo secularismo.

Los comienzos de la secularización

A medida que los gobernantes seculares consolidaban su poder en Europa, el poder político de la Iglesia menguó. Los reinos feudales fragmentados comenzaron a unirse entre sí en naciones-estado y asumieron un mayor poder sobre el pueblo. La Reforma aceleró la secularización de la política a medida que los gobiernos se distanciaban de las iglesias en pugna para mantener la paz.

El capitalismo y la tecnología fomentaron la separación al debilitar el poder que tenía la Iglesia sobre el pueblo. Antes de inventar la imprenta, por ejemplo, la Iglesia influía fuertemente en el flujo de información en la sociedad. Pero ahora "la imprenta puso fin efectivamente a la regulación de la Iglesia sobre el aprendizaje".{16} Otras instituciones seculares surgieron, apropiándose más de la vida de las personas en áreas no gobernadas por la Iglesia. El comercio, por ejemplo, y todo lo que involucraba --viajes, la creación de negocios, bancos, bolsas de comercio-agregó más instituciones que estaban fuera del control de la Iglesia. En palabras de James Turner: "Las palabras de la Iglesia, si bien seguían siendo formidables, competían con una amplia gama de voces atrayentes que ... no tenía el compromiso creado de defender el cristianismo".{17}

Sin embargo, la secularización no minó necesariamente el cristianismo. La gente podría haber desarrollado, en realidad, una fe más firme como resultado de poder leer acerca de la fe y discutir sobre ella. Podría ocurrir que, "con la ambiciones mundanas restringidas y los poderes legales reducidos, las iglesias ejercieran una influencia espiritual más profunda".{18} No obstante, en la sociedad la voz de la Iglesia se volvió más débil.

La Iglesia

La nueva mentalidad experimental tuvo profundos efectos en la religión y la Iglesia. La religión ahora se ponía bajo la misma mirada que las demás áreas de pensamiento. La doctrina atraía una mayor atención dado que encajaba mejor con la nueva preocupación con el pensamiento racional y ordenado. El misterio fue minimizado, y la tradición perdió significación. El nuevo espíritu intelectual pedía que los individuos pensaran las cuestiones por sí mismo y, como resultado, las personas comenzaron a dividirse por diferencias doctrinales. Si debía creerse en ideas "claras y distintas", como enseñaba Descartes, entonces la persona tomaba una autoridad que previamente era sostenida por la tradición o la Iglesia.

La Reforma protestante jugó un rol importante en la fractura de la Iglesia y su pérdida de poder. Según Norman Hampson, las pretensiones rivales al liderazgo en la Iglesia fueron lo que más contribuyeron a la declinación de su autoridad intelectual en la sociedad. Si los líderes de la iglesia no podían ponerse de acuerdo en lo que era verdadero, ¿quién podría hacerlo? Si bien los pensadores de vanguardia estaban satisfechos de que las actitudes y supuestos tradicionales ya no deberían prevalecer, no pudieron producir alternativas claras. "El cuadro", dice Hampson, "era uno de una confusa mêlée".{19}

Los líderes eclesiásticos comenzaron a "revisar la creencia para hacerla encajar en el nuevo estilo intelectual ... Los significados mismos de 'religión' y 'creencia' comenzaron a cambiar sutilmente ... durante la Edad Media la religión involucraba no tanto el asentimiento a las doctrinas ... como la participación en la devoción, especialmente en el ritual comunitario. La religión era una cuestión más colectiva que individual y, colectivamente, se acercaba más a un sistema de prácticas que un conjunto de doctrinas, mientras que, individualmente, significaba más la piedad de una persona que su adherencia a un credo".{20} Sin embargo, en el Iluminismo, las doctrinas se volvieron más importantes que la práctica para algunos, y el resultado de los debates doctrinales fue la desintegración de la iglesia protestante en múltiples denominaciones.

La Biblia misma fue sujeta a la nueva forma de pensar. Primero, dado que todos los textos de la antigüedad ahora eran debatibles, la Biblia también quedó sujeta al escrutinio racional. ¿Qué partes debían ser aceptadas como históricamente precisas y cuáles debían ser rechazadas? Segundo, dado que las enseñanzas escriturales ya no eran aceptadas simplemente en base a la autoridad, las cuestiones específicas se presentaban para el debate; por ejemplo, la cuestión de la realidad del infierno.

El francés Richard Simon (1638-1712) sometió al Antiguo Testamento a un escrutinio de este tipo. Su libro, Critical History of the Old Testament, fue el primero en examinar la Biblia como un producto literario. Trató "al Antiguo Testamento como un documento con una historia, compaginada a lo largo del tiempo por una variedad de autores con una diversidad de motivos e intereses, más que una unidad revelada divinamente".{21} Si bien su obra fue condenada en varias denominaciones cristianas, los dados estaban echados, y otros continuaron el mismo tipo de análisis.

Varias cosas --la separación política de la Iglesia, los nuevos medios de aprendizaje, la pérdida de la tradición, el disenso en las iglesias, las dudas acerca de la Escritura, y otras más-- sirvieron para volver la atención más al mundo secular que al sagrado.

La creencia en Dios

La naturaleza y Dios

Todo esto --los hallazgos de la ciencia y la exploración del nuevo camino experimental del pensamiento, junto con las dudas acerca de la validez e importancia de la enseñanza de la Iglesia-- afectó negativamente la creencia en Dios.

Una preocupación era la relación de Dios con la naturaleza. Newton creía que Dios debía estar involucrado activamente en la naturaleza, porque las leyes que descubrió no parecían funcionar uniformemente en todo el universo. Dios debía mantener las cosas funcionando correctamente.{22} Para personas como Newton, los hallazgos de la ciencia eran estimulantes; los consideraban como la forma en que Dios ordenaba su mundo. "Aun aquellas pocas mentes que habían entregado completamente al universo a la ley natural ordenada", dice Turner, "todavía necesitaban suponer la existencia de Dios. Porque las leyes naturales mismas presuponían un Legislador divino".{23}

No obstante, se desarrolló una distanciatre Dios y la naturaleza, ya que la naturaleza ahora era entendida en términos de leyes naturales que eran comprensibles para los hombres. René Descartes había creído que la naturaleza debía ser entendida en términos de las realidades últimas. Por lo tanto, mantuvo a la ciencia, la teología y la metafísica juntas. El nuevo experimentalismo de Bacon y Newton, sin embargo, los separó. "La concepción moderna del mundo natural, entendido como diferenciado y aun opuesto a un mundo espiritual impalpable, estaba siendo inventado", dice Turner.{24} Dios fue retirado cada vez más "a medida que la naturaleza llegaba a ser entendida ... como gobernada por Dios a través de causas secundarias". {25} Él no desapareció; simplemente adoptó un nuevo modo de operación. Una veta mecanicista en la ciencia sugería una Deidad más impersonal. Dios comenzó a ser considerado como un "Ingeniero divino".{26} En consecuencia, los científicos dejaron de ocuparse de las respuestas metafísicas. Miraron a la naturaleza para que se explique a sí misma.{27}

Ahora que Dios no parecía ser necesario para la operación del mundo, algunos comenzaron a dudar de su realidad por completo. Antes del Iluminismo, el ateísmo era una "aberración estrafalaria" durante más de mil años en Occidente. Un escritor dijo que "tan recientemente como el siglo XVI, la falta de creencia en Dios era, literalmente, una imposibilidad cultural".{28} Uno no podía explicar el mundo sin Dios. La vegetación que crecía, la coherencia intelectual, las órbitas de los planetas, la existencia de la vida misma, la moral ... estos y otros temas encontraban, todos, sus raíces en Dios. Con la ciencia ahora en condiciones de explicar cómo funcionaba el mundo, sin embargo, las dudas acerca de Dios comenzaron a crecer. La creencia en su existencia ahora descansaba más en la idea de la Providencia, los actos benéficos de Dios a favor nuestro. Se creía que la tierra había sido hecha para la felicidad del hombre, que había un orden moralmente significativo en las cosas, y tenía que haber un Dios para explicar esto.

Sin embargo, con el tiempo se desarrolló una visión más pesimista de la naturaleza que disminuyó la fuerza de la Providencia. La naturaleza producía plantas venenosas y animales peligrosos, así como cosas buenas. En palabras del poeta William Blake:

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?{29}

Si bien obviamente no hubo un abandono masivo de la creencia en Dios, los fundamentos de la fe parecían estar erosionándose. Y, cuando la existencia de Dios se volvió debatible, dice Turner, "se desprendió el centro de la vida intelectual de Occidente. Si el propósito divino no sustentaba el cosmos, entonces hubo estructuras de significado completas que se venían abajo, y había que construir nuevas estructuras, ladrillo por precario ladrillo".{30}

La religión natural -- El deísmo

Norman Hampson señala que, con la fractura de la Iglesia en la Reforma, y con la presión de considerar todo en términos de la nueva mentalidad, las iglesias comenzaron a hacer concesiones en sus enseñanzas. "Cuando las iglesias estuvieron preparadas para tantas concesiones, y parecían cargadas más que sostenidas por la clase dogmas que retuvieron, hubo una tendencia de las personas cultas a desplazarse mediante lentas etapas del cristianismo hacia la religión natural".{31} La religión natural, o deísmo, era la religión divorciada de la supuesta "superstición" de la religión revelada, como el cristianismo. La razón humana, sin la ayuda de la revelación --se pensaba-- podría liderar a los hombres pensantes a la verdad de Dios. El deísmo era una creencia teísta muy básica y no elaborada. Dios era "una especie de máximo común denominador de las religiones reveladas". De hecho, ¡algunos pensaban que todas las religiones importantes adoran al mismo Dios!{32} La religión natural era la religión de toda la humanidad. Estaba centrada en el hombre, y vinculaba a todos los hombres a la ley moral común. Vivir bien era más importante que la buena doctrina. Como dijo Pope:

Por Modos de Fe deja que luchen los desgarbados fanáticos;
No puede estar errado cuya vida está en lo correcto.{33}

La apologética

La necesidad de demostrar la veracidad del cristianismo difícilmente habría pasado por la mente de un predicador medieval.{34} "Los incrédulos conocidos de Europa y América antes de la Revolución Francesa", dice Turner, "no llegaban a una o dos docenas".{35} Ahora, la posibilidad de un ateísmo fundamentado intelectualmente era muy real. El temor de la incredulidad aguijoneó a los apologistas cristianos a entrar en acción.

Había cuatro respuestas posibles ante los problemas creados a la creencia por las muchas nuevas ideas: no conocerlas, rechazarlas firmemente, aceptar el nuevo pensamiento pero mantener a la religión como autónoma, y refundir las creencias cristianas en términos de las nuevas ideas. Este último fue el camino que tomaron los deístas y otros. "La razón y la observación siempre daban el conocimiento más certero de toda realidad que estaba fuera de nuestra mente", dice Turner. "Por lo tanto, la creencia, por su propio bien, debía ser adaptada a la nueva mentalidad".{36}

Algunos, como los cuáqueros, creían que la creencia en Dios eludía la racionalidad. "Al contrario, insistían los racionalizadores, la creencia en Dios era enteramente razonable y plausible", dice Turner. "Y la recortaron, en consecuencia, donde su razonabilidad parecía endeble. Redujeron los credos en general y las doctrinas misteriosas en particular. La verdad no podía ser oscura. Repudiaron los vuelos metafísicos del escolasticismo, tanto católico como protestante, a favor de argumentos de sentido común fundamentados en la realidad palpable. La verdad debía ser fácil de ver ... El uso de la ciencia pronto se convirtió en una herramienta apologética tremendamente popular".{37}

La moral asumió una mayor importancia como una prueba de la verdad de la fe. A medida que la secularización empujaba la religión más a la esfera privada, "el énfasis cayó, cada vez más, en la religiosidad interna antes que en las externalidades del ritual. El cultivo de una conciencia limpia, entonces, parece haberse convertido en una prueba más común de la santidad interna, una medida de cuán cerca uno se encontraba de Dios".{38} La religión se volvió más preocupada con el comportamiento cotidiano.

Esto fue importante en la apologética, porque permitió huir de las preocupaciones acerca de cuestiones doctrinales y las incertidumbres de la nueva filosofía. Tenía una apelación universal. La naturaleza y la conciencia humana funcionaban como la ley natural: revelaban la ley moral en nosotros, así como las leyes naturales mostraban la sabiduría racional de Dios en la naturaleza. Turner comenta:

"La ética y la física refutaban al ateo y confirmaban la razonabilidad del cristianismo. El hombre racional manifestaba a Dios y todo lo esencial para la religión ... a través de las marcas que la Deidad había dejado en este mundo, listas para ser descubiertas por la razón y la observación. Sólo el necio caía en el pozo del ateísmo o el palabrerío del misterio ... La buena moral y un pequeño manojo de creencias sencillas y racionales mantenían al cristiano a salvo de la incredulidad y lo guiaban a su recompensa eterna.{39}

Esta actitud modeló el pensamiento de generaciones subsiguientes de apologistas. Posiblemente hayan logrado conjurar el ateísmo por un tiempo. Turner nos dice: "Estos creyentes ... se habían asimilado a la modernidad y habían adaptado la creencia para que pudiera navegar en sus aguas. Con gran parte de la incomprensibilidad y misterio quitada, la creencia en Dios ahora estaba basada más sólidamente en la moral y la racionalidad; es decir, en la experiencia humana y el conocimiento humano demostrable. La confusión y la incertidumbre --podrían esperar racionalmente los apologistas-- ahora cederían ante una nueva confianza en la religión razonable y moral".{40}

Conclusión

En el Iluminismo, la gente fue sacudida por una nueva forma de pensar que desafió la simple aceptación de la tradición y la autoridad religiosa, pero su confianza fue restaurada a través de la ciencia y la tecnología. Hoy la gente se ve sacudida por la pérdida de esta confianza. Ahora estamos viendo que poner nuestra confianza en nuestra propia capacidad de entender nuestro mundo y arreglarlo ofrece un fundamento endeble. La necesidad hoy es tanto de un recordatorio de que la verdad puede ser conocida --en última instancia por la revelación de Dios en Cristo-- como de humildad en nuestro conocimiento, que reconoce que no lo sabemos todo, ni nunca lo sabremos.

Notas

  1. Para una reseña del desplazamiento en el pensamiento de lo premoderno a lo postmoderno, ver Todd Kappelman, "The Breakdown of Religious Knowledge," Probe Ministries, 1998, disponible en el sitio Web de Probe: www.probe.org/docs/breakdwn.html.
  2. Norman Hampson, The Enlightenment (New York; Penguin, 1968), 21.
  3. Citado en Hampson, 21.
  4. Hampson, 36.
  5. James Turner, Without God, Without Creed: The Origins of Unbelief in America (Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 1985), 14.
  6. John Donne in Turner, 15.
  7. Hampson, 25.
  8. Cf. James M. Byrne, Religion and the Enlightenment: From Descartes to Kant (Louisville: Westminster John Knox, 1997), 15-16.
  9. Hampson, 27.
  10. Pope, citado en Hampson, 38.
  11. Hampson, 38.
  12. Locke, citado en Hampson, 40.
  13. Ibid., 39.
  14. Ibid., 23.
  15. Ibid., 35.
  16. Turner, 11.
  17. Ibid., 13.
  18. Ibid., 12.
  19. Hampson, 31.
  20. Turner, 23.
  21. Byrne, 11.
  22. Hampson, 77.
  23. Turner, 27.
  24. Ibid., 38.
  25. Ibid., 37.
  26. Ibid., 36.
  27. Hampson, 76.
  28. Turner, 2.
  29. William Blake, citado en Hampson, 94.
  30. Turner, xii.
  31. Hampson, 103.
  32. Ibid., 104.
  33. Alexander Pope, citado en Hampson, 105.
  34. Turner, 8.
  35. Ibid., 44.
  36. Ibid., 29.
  37. Ibid., 29-30.
  38. Ibid., 31.
  39. Ibid., 32,33.
  40. Ibid., 34.

    © 2002 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

    Traducción: Alejandro Field


    Acerca del autor

    Rick Wade se graduó de Moody Bible Institute con un B.A. en Comunicaciones (radiodifusión) en 1986. Se graduó con honores en 1990 de Trinity Evangelical Divinity School con un M.A. en Pensamiento Cristiano (teología/filosofía), donde sus estudios culminaron en una tesis sobre la apologética de Carl F. H. Henry. Rick y su familia viven en Rowlett, Texas. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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