El círculo interior de Cristo

Don Closson


Introducción

Mateo 10:2-4 dice:

"Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó".

Los cristianos tienen en gran estima (excluyendo a Judas Iscariote) a quienes Jesús llamó personalmente y caminaron con Él durante su ministerio en la tierra. Eso ocurre especialmente con los doce apóstoles. Las palabras griegas que se traducen como "apóstol" transmiten, en ambos casos, el concepto de despachar (apostolos) así como el de comisionar a una persona con autorización divina (apostello). La idea de apostolado puede ser rastreado al concepto hebreo de un enviado. Esta institución judía habría sido conocida por Jesús, y está bien documentada en los escritos rabínicos, donde se refieren a "uno que ha sido autorizado a llevar a cabo ciertas funciones en nombre de otro". Un adagio judío bien conocido es "el enviado de un hombre es como él mismo".

Es interesante notar que Jesús llamó para sí a quienes Él quiso (Marcos 3:13, 14). No hubo voluntarios. Debían viajar, compartir los alimentos y vivir con Jesús, experimentando de primera mano su vida y su ministerio. Luego fueron enviados a proclamar que el reino de los cielos había llegado, y que ellos habían sido comisionados para actuar como los representantes de Jesús con su autoridad.

Encontramos listas de los Doce en cuatro lugares del Nuevo Testamento, y las comparaciones de las listas pueden revelar información importante acerca de los apóstoles. Pedro siempre aparece primero, y Judas Iscariote, último. Los doce discípulos son mencionados también en tres grupos de cuatro, donde los primeros cuatro siempre son Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Este grupo de cuatro apóstoles tuvo una relación especial con Cristo y será el foco de este artículo.

Otra perspectiva interesante de la constitución del grupo puede encontrarse en el proceso usado para reemplazar a Judas Iscariote luego de su muerte. El primer capítulo de Hechos indica que el reemplazante de Judas debía haber acompañado a los apóstoles desde el principio. En otras palabras, debía haber estado presente en el bautismo de Cristo por Juan y debía haberse quedado hasta ver la ascensión de Jesús al cielo. También se señaló que tenía que haber sido un testigo ocular de la resurrección. Los apóstoles fueron testigos presenciales de la vida, las enseñanzas, los milagros y, finalmente, de la muerte y la resurrección de nuestro Señor. Esto era esencial para que ellos tuvieran un claro y preciso testimonio del Mesías.

En este artículo consideraremos el círculo interior de los apóstoles de Cristo: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Veremos cómo Dios cambió la vida de estos hombres comunes para siempre.

El apóstol Pedro

En cada una de las cuatro listas de los apóstoles que encontramos en el Nuevo Testamento, Pedro siempre aparece primero. Pedro suele ser llamado el primus inter pares, el primero entre iguales. Es obvio que juega un papel de liderazgo entre los demás apóstoles, y es reconocido por Cristo como un fundamento de la iglesia. Si bien podemos debatir cuál es este rol de liderazgo, no podemos negar su existencia.

El Nuevo Testamento asigna cuatro nombres a Pedro. Su nombre hebreo era Simeón, que en griego es Simón. Es probable que Pedro fuera un judío bilingüe que estaba influenciado por la cultura griega de Galilea en ese tiempo. Juan registra que Jesús le dio el nombre arameo de Cefas, que se traduce como Pedro en griego y significa 'una roca'. Este nuevo nombre que le dio Jesús es una indicación de cómo Pedro cambiaría mientras estuvo bajo la influencia del Señor. El ímpetu inicial de Pedro se transformaría convirtiéndolo en un testigo estable y carismático para Cristo.

A diferencia de muchos de los otros apóstoles, el Nuevo Testamento nos da alguna información sobre el trasfondo de la vida familiar de Pedro. El nombre de su padre era Jonás o Juan, y sabemos que estaba casado. Jesús sanó a la suegra de Pedro (Mateo 8:14), y Pablo menciona que Pedro llevaba a su esposa con él en sus viajes a las diferentes iglesias (1 Corintios 9:5). Es probable que Pedro viviera con su hermano, Andrés, en Betsaida, y que luego se mudara a Capernaum al seguir a Jesús en el ministerio.

Pedro se convirtió en discípulo muy al principio del ministerio de Jesús. Juan menciona un encuentro inicial con Jesús luego de que Andrés presentara a ambos. Más tarde, tal vez un año después, más o menos, Mateo y Marcos indican que Jesús llamó a Pedro a un ministerio de tiempo completo como pescador de hombres.

Como apóstol, Pedro juega un papel significativo entre los Doce. Pedro suele ser individualizado, y el resto es mencionado como un grupo con él (Marcos 1:36). Actúa también como vocero del grupo. En Lucas 12 pregunta a Jesús el significado de una parábola. En Mateo 16 afirma que Jesús es el Mesías, y luego, en el capítulo 19, recuerda a Jesús los sacrificios hechos por los apóstoles como grupo. Suele ser el primero en actuar también. Mateo 14 registra el intento de Pedro de encontrarse con Jesús sobre el agua, si bien vacila a mitad de camino.

El rol de liderazgo de Pedro da un significado adicional a varios sucesos de la Biblia. Por ejemplo, el detalle que se da de la negación de Pedro de Jesús tiene su impacto precisamente por la notoriedad de Pedro en el grupo. Además, el relato de Juan 21 de Jesús, cuando cuestiona el amor de Pedro y lo amonesta para que "apaciente sus ovejas" adquiere un sentimiento especial.

El apóstol Pedro y su hermano Andrés

La Iglesia Católica Romana ha usado durante mucho tiempo el pasaje de Mateo 16:17-19 como justificación para el cargo del papa y la sucesión de papas, comenzando por Pedro. Los protestantes han reaccionado intentando disminuir la importancia de Pedro como un líder entre los apóstoles y todo cargo especial que pudiera haber tenido en el cuerpo de Cristo. Como mencioné anteriormente, Pedro aparece representado claramente como el líder de los apóstoles. Sin embargo, el uso de este pasaje en Mateo para justificar el cargo actual del papa es hacerle decir demasiado a las Escrituras.

Por ejemplo, Mateo 16 no dice nada acerca de los sucesores de Pedro, su infalibilidad o su autoridad. Parte del problema de asignar estos atributos al sucesor de Pedro es que él tendría que haber tenido autoridad sobre un apóstol todavía vivo, Juan. Pedro es el primero en hacer una confesión formal de fe (Mateo 16:16), pero sigue siendo una parte muy falible del equipo que Cristo ha ensamblado. Es enviado, junto con Juan, por los apóstoles de Samaria, cuando llegó información de que algunos habían aceptado la palabra de Dios allí. En Hechos 11, la iglesia de Jerusalén miró con malos ojos que Pedro entrara en el hogar de un gentil. Si bien terminaron por estar de acuerdo con su explicación, ellos seguían teniendo la autoridad para cuestionar las acciones de Pedro. En Gálatas, Pablo escribe que reprendió a Pedro en su cara por separarse de los gentiles cuando estuvo acompañado por judíos de Jerusalén (Gálatas 2:11). El Nuevo Testamento nos permite decir que Pedro era el líder de los apóstoles, pero no el primero en una línea de papas infalibles.

Donde Pedro es extrovertido y prominente, su hermano Andrés se conforma con jugar un papel secundario entre los Doce. Andrés trabajaba en el negocio de pesca de su padre con Pedro, en Betsaida, y probablemente compartía un hogar con Pedro hasta que éste se casó.

Si bien Andrés aparece como parte del círculo interior más cercano a Jesús, no tenemos demasiada información acerca de su ministerio. Se lo menciona primero como seguidor de Juan el Bautista. Cuando Juan dirige a sus seguidores hacia Jesús, Andrés se apresura para buscar tener tiempo con el Señor. Luego de escuchar a Jesús unas horas, Andrés se convence de que Jesús es el Mesías e inmediatamente comienza a contárselo a otros, comenzando por su hermano Pedro.

Andrés ha sido llamado "el apóstol que compartió a Cristo personalmente". Andrés queda registrado como el que llevaba a las personas a Cristo. Primero lleva a Pedro al Señor y luego, en la Pascua, presenta a griegos gentiles interesados a Jesús. Cuando se necesita comida para la multitud, Andrés trae a un niño con panes y peces.

Tal vez Andrés no tenía las cualidades de liderazgo de su hermano Pedro. Nunca es señalado por sus palabras elocuentes o sus acciones osadas. Sin embargo, uno puede imaginar el corazón de Andrés cuando su hermano, a quien él había presentado el Señor, predicó en el poder del Espíritu en Jerusalén, con el resultado de miles de nuevos creyentes. Andrés puede haber jugado un papel secundario en el círculo interior de los seguidores de Cristo, pero igualmente fue un papel vital.

Los hijos de Zebedeo

Santiago y Juan forman el otro par de hermanos que integraban el círculo interior de Cristo. Como Pedro y Andrés, ellos también eran de Betsaida y trabajaban con ellos en la industria pesquera. Eran conocidos como los "Hijos del trueno" por sus temperamentos fogosos, que en ocasiones daba lugar a momentos incómodos (Marcos 3:17). Su padre, Zebedeo, y su madre, Salomé, probablemente estaban en buena condición económica. Se menciona que la familia tenía sirvientes (Marcos 1:20) y que Salomé ministraba a Jesús con sus recursos (Mateo 27:55, 56). Juan da a entender que Salomé es la hermana de María, lo que convierte a Santiago y Juan en primos de Jesús (Juan 19:25).

Tanto Santiago como Juan son miembros del primer grupo de cuatro apóstoles que siempre se menciona primero en la lista de los Doce. Pero son, también, parte de lo que podríamos llamar los tres más íntimos, a quienes Cristo dedicó un tiempo y enseñanzas especiales.

Se reconoce ampliamente que la designación "el discípulo, aquel al que amaba Jesús" se refiere al apóstol Juan. Juan se destaca entre los apóstoles como el único que fue testigo de la crucifixión y luego llevó a la madre de Jesús a vivir con él (Juan 19:25-27). También fue el primero de los doce discípulos en ver la tumba vacía.

Juan fue primeramente un seguidor de Juan el Bautista. Eso significaba que estaba buscando seriamente a Dios antes de encontrarse con Jesús, y que había sido preparado para tomar un compromiso con el Mesías. Él y Andrés tuvieron un encuentro inicial con Jesús antes de convertirse en discípulos de tiempo completo. Ambos habían pasado tiempo escuchando al Señor y convenciéndose de su autenticidad. Mientras estuvieron con Jesús, sus temperamentos quedaron en evidencia en varias ocasiones. Lucas describe un incidente en el cual Juan pregunta a Jesús si deberían pedir que cayera fuego sobre un pueblo samaritano que no les había querido dar hospedaje (Lucas 9:54). Luego de haber experimentado la transfiguración de Jesús, Juan estaba indignado por la falta del respeto hacia su Señor.

Está también el incidente bien conocido, cuando Salomé pide a Jesús que coloque a uno de sus hijos a su mano derecha cuando establezca su reino (Mateo 20:21). Jesús responde tajantemente al pedido de ella diciéndoles que no saben lo que están pidiendo. Les pregunta: "¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?" (Mateo 20:22). Con su típica bravuconería, contestan: "Sí, podemos". Todavía estaban esperando que Jesús estableciera un reino político en Israel. No se daban cuenta de que su reino comenzaría con su muerte sacrificial y expiatoria en la cruz. Es algo apropiado que Santiago se convierta en el primer mártir entre los Doce. Hechos 12 registra que Herodes Agripa hizo matar a Santiago por la espada alrededor de 42 d.C. (Hechos 12:2). El apóstol Juan era una combinación interesante: el discípulo al que amaba Jesús y, sin embargo, uno que podía ser intolerante y egoísta. Santiago sería el primero en morir como mártir; sin embargo, su hermano sería el que viviría más tiempo entre todos los apóstoles. A continuación consideraremos el legado dejado por el círculo interior de Jesús, y qué podemos aprender de sus vidas.

El legado de los que estuvieron más cerca de Jesús

Juan escribe en Apocalipsis 21:10, 14:

"Me llevó en el Espíritu a una montaña grande y elevada, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios ... La muralla de la ciudad tenía doce cimientos, en los que estaban los nombres de los doce apóstoles del Cordero".

Sea que este versículo se refiere a una ciudad real, como muchos sostienen, o a la iglesia o el cuerpo de Cristo, como sostienen otros, retrata el notable honor asignado a los Doce Apóstoles. Y, entre los Doce, Jesús derramó su vida en un círculo interior que tuvo un papel clave en establecer la iglesia. Pedro, Andrés, Santiago y Juan fueron privilegiados en estar con Jesús cuando sanó a la hija de Jairo (Marcos 5:37) y la transfiguración de Cristo (Marcos 9:2). Estuvieron entre el público del Discurso del Monte de los Olivos (Marcos 13:3) y estuvieron con Jesús durante su tiempo de agonía en el huerto de Getsemaní (Mateo 26:37).

Estos cuatro hombre dejaron un importante legado. Se le atribuye a Pedro brindar el material para el libro de Marcos y las dos epístolas que reciben su nombre. Él fue el líder de la iglesia de Jerusalén durante los primeros quince años cubiertos en los primeros doce capítulos del libro de Hechos, después de lo cual Santiago, hermano de Jesús, ocupó el cargo. Pedro luego se convirtió en un misionero a los judíos y, en menor grado, a los gentiles. Si bien la tradición asigna a Pedro el crédito por conducir a la iglesia de Roma, es improbable. Pero sin duda fue allí al final de su ministerio y probablemente sufrió el martirio en esa ciudad.

La última mención que tenemos de Andrés es en el aposento alto con Jesús. El libro de Hechos guarda silencio acerca de él. La tradición dice que Andrés viajó como misionero a Rusia y sufrió el martirio por crucifixión en Patras, Grecia, alrededor de 60 d.C.

Sabemos que Santiago fue el primero de los Doce en ser muerto. Por lo tanto, no dejó ningún escrito. La tradición dice que el oficial que custodiaba a Santiago fue tan conmovido por su testimonio que se arrepintió y fue decapitado junto con el apóstol.

Finalmente, tenemos al apóstol Juan. Junto con la evidencia interna del libro de Juan, los padres de la iglesia primitiva Ireneo y Policarpo identifican al apóstol Juan como el "discípulo al que Jesús amaba". Como fue el apóstol que más tiempo vivió, Juan escribió el cuarto Evangelio, el notable libro de Apocalipsis y tres epístolas a la iglesia. Entre todos los seguidores de Cristo, Juan transmite más claramente la majestad de Cristo. Según la tradición, Juan pasó sus últimos días en Éfeso, y viajó allí luego de la muerte de Domiciano (que lo había exiliado a la isla de Patmos). Los seguidores de Juan, Policarpo, Papías y Ignacio, se convertirían en columnas de la iglesia de Cristo, así como lo había sido Juan.

Estos cuatro hombres, pescadores comunes, son un testimonio del impacto que cambia vidas que puede tener, para todo aquel que escoge ser su discípulo, el caminar con nuestro Salvador.

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Traducción: Alejandro Field


Acerca del autor

Don Closson recibió su B.S. en educación de Southern Illinois University, su M.S. en administración de la educación de Illinois State University, y su M.A. en estudios bíblicos de Dallas Theological Seminary. Trabajó como maestro y administrador de una escuela pública antes de unirse a Probe Ministries como investigador en el campo de la educación. Es el editor general de Kids, Classrooms, and Contemporary Education. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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