La pertinencia del cristianismo:
Una apologética

Rick Wade


El cristianismo y la experiencia humana

En su libro, Intellectuals Don't Need God and Other Modern Myths, el teólogo Alister McGrath habla del pasatiempo de su amigo, la filatelia. Su amigo, dice, "es perfectamente capaz de decirme todo que yo podría necesitar saber sobre las filigranas de los sellos emitidos por las islas de Trinidad y Tobago, en el Caribe, durante el reinado de la reina Victoria. Y, si bien no tengo ninguna duda de lo que él me dice, no puedo evitar pensar que está información es completamente irrelevante para mi vida". {1}

McGrath dice que el cristianismo afecta de la misma forma a muchas personas. Simplemente no ven ninguna necesidad de una religión que tiene 2000 años y que ya ha cumplido su ciclo. ¿De qué forma es pertinente para ellas?

Uno de los deberes de la apologética cristiana es defender la causa de la fe. Podemos prepararnos para las oportunidades de hacerlo memorizando muchos datos acerca de nuestra fe, como las pruebas de la confiabilidad de la Biblia y la verdad de la resurrección. Podemos aprender argumentos lógicos, como los que afirman la existencia de Dios o la coherencia lógica de las doctrinas cristianas. Si bien estos son componentes importantes, esta clase de cosas pueden parecer muy remotas para la gente de hoy. Si la gente no escucha, no servirán de mucho en nuestra apologética.

Esta es la razón por la que algunos pensadores cristianos están diciendo ahora que, antes de que podamos mostrar el cristianismo que el cristianismo es creíble, primero tenemos lograr que sea factible. En otras palabras, tenemos que captar la atención de la gente primero llevando el mensaje del cristianismo -por lo menos en sus mentes- a la posición de ser posiblemente cierto. {2} Tenemos que encontrar aquellos puntos de contacto con las personas que las aliente a querer escuchar.

¿Por qué tenemos que empezar en un nivel tan básico? Vienen a mi mente algunas razones. Primero, muchas personas piensan que la religión no tiene nada importante que decir con relación a nuestras actividades públicas. Así que, en nuestra vida cotidiana, se le permite a la religión solo un papel menor, cuando mucho. Esta actitud afecta rápidamente la forma en que consideramos nuestra vida privada también. Segundo, mucha gente sostiene que la ciencia es la única fuente valedera de conocimiento significativo. A menudo -si bien no necesariamente- esto conduce a una cosmovisión naturalista, o al menos lleva a las personas a pensar como los naturalistas. El cientificismo y el naturalismo parecen ir de la mano. Por lo tanto, para captar la atención de una persona, el primer paso que tal vez tengamos que dar es mostrarle cómo se aplica el cristianismo a su experiencia de vida.{3}

Si bien estamos mejor físicamente gracias a nuestro conocimiento científico aplicado a través de varias tecnologías, ¿estamos mejor, en general, que antes que tuviésemos estas cosas? No estoy despreciando el beneficio de la ciencia y la tecnología; simplemente me pregunto acerca de nuestra salud espiritual y moral. Nuestra sociedad está intentando hallarse. Esto se ve claramente en los debates actuales sobre importantes cuestiones éticas y sociales. En la raíz de nuestras guerras culturales está la pregunta: ¿Quiénes somos, y qué debemos ser? Las preguntas ancestrales siguen acosándonos: ¿De dónde vine? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Hacia dónde voy? Al perder su lugar exaltado en el universo luego de la pérdida de la cosmovisión cristiana, el hombre ahora se pregunta cuál es su lugar. ¿Soy significativo en un universo que me ve como sólo una partícula de polvo cósmico más? ¿Tiene algún significado intrínseco mi existencia? ¿O debo determinar por mí mismo cuál es mi lugar y cuál será mi papel?

Además de los argumentos apologéticos tomados de la lógica y la evidencia objetiva, también debemos estar preparados para contestar preguntas como éstas. Tenemos que hacer saber a las personas que en Cristo se encuentran las respuestas a las principales cuestiones de la vida. Al hacerlo, podemos vincularnos con las personas donde realmente viven. Podemos mostrarles que Dios no es una fuerza abstracta separada de las preocupaciones de la vida, sino que "está íntimamente relacionado con las necesidades personales y humanas".{4} En palabras de un autor: "Debemos mostrar que Dios es necesitado o justificado por un pensamiento práctico o existencial".{5}

En este artículo abordaré estos tres temas: significado, moral y esperanza. {6} Al hacerlo, analizaré lo que ofrece el naturalismo{7} y lo contrastaré con la visión cristiana.

La cuestión del significado

Comencemos por la cuestión del significado. La pregunta "¿Cuál es el significado de la vida?" tal vez no sea una a la que la gente le presta mucha atención. Pero suele escucharse una pregunta similar, a saber: "¿Qué sentido tiene?". Cuando buscamos la importancia o el sentido de nuestras actividades, nos estamos preguntando acerca de su significado. Las personas reflexivas llevan esta idea más lejos, y se preguntan "¿Qué sentido tiene todo?". Si bien muchas personas sostienen que la vida no tiene un significado último, la mayoría de las personas parecen esperar que la tenga. Lo buscamos en la creatividad, en ayudar a otros, en "hallarnos nosotros mismos" y en una diversidad de otras formas.

La pregunta del significado abarca otras preguntas: ¿De dónde vine? ¿Cuál es la significación de las experiencias de mi vida? ¿Cuál es mi propósito general, y qué debería estar haciendo? ¿Hacia dónde se dirige todo esto?

La visión predominante en Occidente hoy, para todos los propósitos prácticos, es el naturalismo. Esta es no solamente la filosofía predominante en las universidades, sino que todos hemos sido alentados por los éxitos de la ciencia a creer que si algo no es científico no es confiable. Dado que la ciencia investiga el orden natural, tendemos a ver a la naturaleza como lo único que es realmente importante, o aun como lo único que existe. Esto se denomina reduccionismo científico.

Sin embargo, el método científico es capaz de tratar sólo con cuestiones cuantitativas: ¿Cuánto? ¿Qué tan grande? ¿Qué tan lejos? ¿Qué tan rápido? El filósofo Huston Smith ha dicho que, con todos los logros de la ciencia, es incapaz de hablar de temas tan importantes como los valores, el propósito, el significa y la calidad.{8}

Al centrarme en la ciencia no busco poner la lupa en esta disciplina, sino señalar que la ciencia no puede dar respuestas a algunas de las cuestiones más importantes de la vida. Más aún, si llegamos a adoptar al naturalismo como una cosmovisión, podemos encontrarnos en un verdadero aprieto, ya que el naturalismo no tiene ninguna respuesta para dar, al menos a la cuestión del significado último. El naturalismo dice que no hubo ningún propósito en nuestra venida a la existencia; el único significado que podemos tener ahora es aquel que sobreimprimimos a nuestra propia vida; y todos simplemente volvemos al polvo. Si el universo no es más que un accidente del azar en el espacio y en el tiempo, si los seres vivos no son intrínsecamente más que simplemente una cantidad de moléculas, independiente de lo maravillosamente ensamblados que estén, si los seres humanos son meramente primos de los árboles, atrapados en un planeta que se encuentra en algún punto "entre la inmensidad y la eternidad", como dijo Carl Sagan, entonces no existe ningún significado en la vida que nosotros mismos no le hayamos asignado. Al ser finitos, somos por naturaleza incapaces de brindar un significado último.

Si debemos intentar crear nuestros propios significados, ¿qué nos guiará? ¿Según qué mediremos estas cosas? ¿Qué pasa si lo que es significativo para mí es ofensivo para ti? Además, ¿y si las metas que seguimos no son capaces de sostener el significado que intentamos asignarles? Muchas personas intentan subir la escalera, lograr el poder y el prestigio que piensan que los satisfará, solo para averiguar que no es tan maravilloso. La posesión de bienes materiales define muchas de nuestras vidas. Pero ¿cuánto es suficiente? ¿Gana realmente "el que tiene más juguetes" cuando muere? ¿O, como han dicho algunos, se trata simplemente de que el que muere con más juguetes . . . igual muere?

Por lo tanto, no hay ningún significado último en un universo sin Dios, y nuestros intentos por proveer nuestros propios significados limitados suelen dejarnos buscando algo más.

Si el naturalismo es cierto, deberíamos poder sacudirnos las fantasías del pasado y dejar de preocuparnos por cuestiones acerca del significado último. Sin embargo, seguimos buscando algo más grande que nosotros, algo que dé sentido a nuestra vida. El cristianismo brinda la explicación. Somos atraídos hacia Aquél que nos creó e infunde a nuestras vidas significado como parte de sus propósitos. Somos significativos en nosotros mismos porque Él nos hizo, y hay significado en nuestras actividades diarias porque ese es el contexto en el cual elaboramos las ambiciones de Él para nosotros y nuestro mundo. Reconocer al Dios verdadero nos abre a la realidad del valor y el significado. Encontramos el significado de la vida cuando encontramos nuestro lugar en el mundo de Dios.

La cuestión de la moral

En su libro, Can Man Live Without God, el apologista Ravi Zacharias hace esta osada aseveración: "El antiteísmo brinda todo motivo para ser inmoral y está desprovisto de todo punto de referencia objetivo mediante el cual condenar cualquier elección. Todo antiteísta que vive una vida moral simplemente vive mejor que lo que le permite su filosofía".{9} ¡Qué afirmación osada! ¿Está diciendo Zacharias que todos los ateos (o antiteístas, como él los llama) son inmorales? De ninguna forma. Pero está diciendo que el ateísmo mismo no toma en cuenta las normas morales fijas.

Un aspecto muy importante de ser humano es la moral. Una comprensión básica del concepto de lo correcto y lo incorrecto, o del bien y del mal, está fijada en nuestra naturaleza. Constantemente evaluamos acciones y sucesos, y aun personas, como buenos o malos o, en algunos casos, ni una cosa ni otra. Estas son evaluaciones morales. Son significativas para nuestras elecciones personales, y son críticas para nuestra participación en la sociedad.

En nuestra cultura actual el naturalismo es la filosofía pública reinante. Aun cuando muchas personas afirman creer en Dios, el naturalismo práctico (o ateísmo) es la regla del día. Con relación a la moral, la actitud general parece ser que no hay ningún código al cual estamos todos sujetos. Decimos, en realidad, "yo escogeré mi moral y tú escoge la tuya". Pero si Zacharias tiene razón, el naturalismo (o ateísmo) no brinda ningún fundamento sólido aun para la moral personal.

La pregunta que podríamos plantear a un ateo (que podría ser dirigida a un ateo práctico también) es ésta: ¿Cómo justifica sus propias acciones? A esa pregunta el ateo podría contestar simplemente que no tiene ninguna necesidad de justificación aparte de sus propios deseos y necesidades. Si bien pienso que es posible sostener que uno no puede confiar en el naturalismo para que brinde una brújula moral -aun para las propias necesidades-, podremos sacar el tema real a la palestra más rápidamente haciendo dos preguntas: ¿Cómo justifica su indignación moral ante las acciones de otros en cualquier instancia dada? y ¿Espera que otros tomen en cuenta seriamente sus objeciones? Si espero que alguien tome mis objeciones a su comportamiento en serio, debo presuponer una norma moral que tiene autoridad sobre todos nosotros, salvo que, por supuesto, yo piense que yo mismo soy esa norma. Pero, ¿cómo afecta esto el derecho de la otra persona de determinar su propia moral? El ateo a veces quiere contar con ambas alternativas. Quiere ser su propio creador de normas. Pero, ¿está dispuesto a dar este privilegio a otros?

Ahora bien, algún ateo podría responder que, por supuesto, como cultura debemos tener leyes a fin de vivir juntos pacíficamente. Las personas no son libres para hacer lo que les plazca; tienen que obedecer las leyes de la sociedad. El muy conocido filósofo humanista Paul Kurtz cree que "la educación, la razón, la ciencia y los métodos de persuasión democráticos" son adecuados para establecer nuestras normas.{10} Pero hay gente instruida que sostiene diferentes creencias. La razón inteligente ha llevado a las personas a diferentes conclusiones. La ciencia no puede instruirnos en la moral. Y, en una sociedad donde hay una diversidad de opiniones acerca de lo que está bien y lo que está mal, ¿cómo sabemos cuál opinión es la correcta? ¿El simple gobierno de la mayoría? A veces la minoría está en lo correcto, como lo ha demostrado el tema de los derechos civiles. No, la razón, la educación, la ciencia y la democracia de Kurtz no sirven por sí solos. Necesitan ser informados por una ley superior.

Aparte de todo esto, Kurtz tiene ciertas ideas preconcebidas acerca del fin adecuado de nuestras leyes. Por ejemplo, el hecho de promover la raza humana, ¿significa dar a todos una oportunidad equivalente? ¿O significa unirse a Hitler para intentar exterminar a los débiles e inferiores?

El naturalismo no ofrece ninguna ley trascendente que se ubique sobre todas las personas de todos los tiempos a la cual podamos apelar para establecer un orden moral. Tampoco existe una base sólida para quejarnos cuando somos agraviados. El cristianismo, por otra parte, sí brinda una estructura moral trascendente y leyes morales específicas que sirven tanto para restringirnos como para protegernos.

Cuando surge el tema de la moral, los ateos suelen ofrecer la refutación de que la moral cristiana aparentemente no es suficiente para conducir a las personas a la "vida buena" porque los cristianos han hecho cosas terribles a otras personas (y entre sí) a lo largo de los años. Si bien es cierto que los cristianos han hecho algunas cosas terribles, no hay nada en el cristianismo que lo exija, y hay órdenes definidas de no hacer tales cosas. El cristiano que hace el mal va contra la religión que profesa. El ateo, sin embargo, puede justificar prácticamente todo tipo de actividad, ya que el hombre se convierte en la medida de todas las cosas. De nuevo, esto no significa que todos o ni siquiera la mayoría de los ateos lleven vidas abiertamente inmorales. Simplemente significa que no tienen ningún punto de referencia fijo según el cual establecer leyes o condenar las acciones de otros.

El cristianismo no solo brinda una estructura moral y leyes morales específicas, sino que brinda también el poder para hacer lo correcto. El ateo queda librado a sus propias fuerzas para hacer lo correcto. Quienes se someten a Dios también tienen el Espíritu para permitirles obedecer la ley moral de Dios.

Hay un revuelo en nuestra sociedad hoy al tratar de volver a decidir por completo lo que está bien y lo que está mal. En nuestros encuentros con los no creyentes, al detectar la necesidad que tenemos todos de una estructura moral adecuada, tanto para nuestra preservación como para nuestra mejora, podemos preparar el camino para su consideración del evangelio de Jesucristo.

La cuestión de la esperanza

Usted probablemente escuchó la expresión "esperanza contra esperanza". Se refiere a esos tiempos en que no hay esperanza a la vista, pero igual seguimos esperando. Hay algo dentro de nosotros -por lo menos, en la mayoría de nosotros- que sigue viendo alguna posibilidad del bien más allá de la crisis actual, o al menos nos hace desearlo.

Al considerar el papel que puede jugar la experiencia humana en la apologética, debemos prestar una seria atención a la cuestión de la esperanza, ya que encuentra rápidamente un lugar en nuestra alma. Pocos de nosotros no tenemos absolutamente ninguna esperanza. ¿Qué estado podemos imaginar peor que no tener absolutamente ninguna esperanza? Lo que es más probable que veamos, antes que ninguna esperanza, es la esperanza en cosas que no tienen valor. No obstante, la presencia de la esperanza en los lugares más oscuros es algo con lo cual todos estamos familiarizados.

Hoy día, sin embargo, la esperanza para estar escaseando. A pesar de todos los espectaculares avances hechos en varias áreas de la vida, hay un espíritu de desasosiego predominante. Los estadounidenses parecen estar luchando por algo en lo cual poner su confianza para el futuro.

Durante siglos el mundo occidental encontró su esperanza en Dios, Aquel que estaba obrando sus propósitos hacia un final glorioso. Pero, para principios del siglo veinte, el naturalismo se había apoderado de las universidades y también de nuestra conciencia social.

Desde ese punto, la gente tomó distintas direcciones en su pensamiento. Los humanistas seculares tomaron la ruta optimista y declararon su esperanza en la humanidad. Siguen haciéndolo, a pesar del hecho de que, en esta era "iluminada", nuestra forma de promover la causa de la humanidad incluye abortar a los no nacidos y ayudar a los desesperados a matarse. La educación, la razón, la ciencia y la democracia -los dioses del humanismo- aún tienen que darnos algún motivo verdadero de esperanza.

Otras personas se han vuelto cínicas. Sin nada en que esperar más que lo que ven a su alrededor, han perdido la fe en todo. Ya no confían en nadie más; dudan de que alguien pueda ser verdaderamente virtuoso; y se han acomodado simplemente a la desesperanza. {11} Otros, todavía, con una inclinación más filosófica, se han visto atraídos hacia el existencialismo ateo, la filosofía de la desesperanza, que dice que Dios está muerto y, con Él, aquello en lo que una vez depositamos nuestra esperanza.{12}

Una buena ilustración de una persona que busca encontrar algo positivo en la pérdida de esperanza en el Dios cristiano se encuentra en la novela de Albert Camus, El extranjero.{13} El protagonista, Meursault, termina en la cárcel por el asesinato absurdo de un hombre en la playa. Luego de su juicio, mientras espera una apelación o su ejecución, Meursault es visitado por un capellán que trata de hacerle confesar su fe en Dios. Meursault le informa que no le queda mucho tiempo, "y no lo iba a perder con Dios".{14} Meursault rechaza airadamente todo lo que dice el sacerdote. Él cree que el destino de muerte al cual todos están sujetos nivela todo lo que creen las personas. Una acción es tan buena como la otra; una forma de vida, tan buena como la otra.

Cuando se va el sacerdote, y luego de dormir un rato, Meursault dice lo siguiente mientras considera su destino: "Sentía que estaba listo para comenzar la vida de nuevo. Era como si una gran corriente de ira me hubiera limpiado, me hubiera vaciado de esperanza y, contemplando el cielo oscuro tachado de señales y estrellas, por primera vez, la primera, abrí mi corazón a la benigna indiferencia del universo". {15}

Si no hay ningún Dios allá afuera, lo mejor que podemos hacer es aceptar la realidad de que no somos nada, y comenzar a hacer lo mejor que podamos con lo que somos. Como decía una calcomanía en un coche: "He sido mucho más feliz desde que abandoné la esperanza". Previamente, Meursault había admitido tener miedo, y había dejado traslucir su propia humanidad cuando, luego de pensar fríamente en cómo la muerte le llega a todos, y cómo realmente no importa cuándo o cómo muere uno, el pensamiento de una posible apelación trajo un repentino arranque de alegría a su cuerpo y lágrimas a sus ojos.{16} Ahora enfrenta valientemente un universo indiferente, y él se siente libre.

Si alguien se siente verdaderamente así en la vida real, esa persona es la excepción antes que la regla. La palabra desesperanzado tiene connotaciones negativas; no solemos considerarla como algo positivo. El existencialista ateo debe ir contra lo que parece ser la norma para lograr este estado de felicidad frente a un universo sin propósito.

Por supuesto, no todos los ateos optarán por la filosofía de Camus. En cierta medida, la esperanza para el logro de nuestras diversas ambiciones terrenales encaja con una cosmovisión naturalista. Un muchacho puede practicar su bateo con la esperanza de tener un mejor resultado cuando le toca batear. Una mujer con la esperanza de casarse muy probablemente vea esa esperanza cumplida. Un hombre podrá lograr esa promoción que anhela trabajando duro. Sin embargo, frecuentemente la gente encuentra que lo que han esperado no brinda la satisfacción que anhelaban.

¿Y la esperanza para el futuro? ¿Hay algo que esperar luego de la muerte? Cuando avanzan los años y el anciano revisa su vida, ¿hay alguna esperanza de que algo quedará de todo su trabajo y dolores de cabeza, de lo que ha ganado y perdido en su vida? ¿Conducía todo a algún punto? Lo máximo que puede permitirnos el naturalismo es que nuestra vida beneficie a otros. Pero el naturalismo por sí mismo no puede sostener una esperanza de este tipo. Un universo impersonal no ofrece ninguna recompensa. Y nadie puede predecir lo que hará la próxima generación con los esfuerzos propios. Además, podríamos preguntarnos por qué deberíamos preocuparnos por el bien de otros que, como nosotros, son solo pedazos de polvo cósmico. Llevando esta idea más lejos, el naturalismo puede permitir la destrucción de los débiles y el desarrollo de una raza superior tan fácilmente como una actitud altruista hacia todas las personas.

Por supuesto, el naturalismo no tiene nada más allá de la tumba que ofrecer al individuo. No hay ninguna culminación, ninguna recompensa, ningún "Bien, buen siervo y fiel" (Mateo 25:21). Uno vive, hace lo mejor que puede (según sus propias normas, por supuesto) y muere.

Pero seguimos esperando. Me pregunto si "la esperanza, [que] es lo último que se pierde" está arraigada dentro de nosotros en esa "eternidad" que Dios "ha puesto ... en el corazón de los hombres" (Eclesiastés 3:11). O tal vez surja del conocimiento que tenemos todos de la Deidad, aun cuando ese conocimiento pueda estar distorsionado por el pecado. Una conciencia ineludible de algo trascendente nos impulsa continuamente hacia arriba.

El cristianismo sostiene que la realidad psicológica de la esperanza, y el contenido de la esperanza que no falla, se encuentra en Jesús, nuestra esperanza (1 Timoteo 1:1). Consideremos esto con mayor detalle.

La respuesta que se encuentra en Jesús

Uno de los grandes beneficios de abordar las cuestiones del significado, la moral y la esperanza en la apologética cristiana es que nos llevan directamente al mensaje del evangelio. Nuestro significado está arraigado en el Dios personal que nos creó y está involucrado activamente en nuestros asuntos. Los valores perdurables y objetivos ante los cuales todos debemos responder y que sirven para protegernos encuentran su fuente en la naturaleza y la voluntad de Dios. Y la esperanza es lo que el Hijo que Él envió vino a darnos, junto con el perdón y la nueva vida, y muchísimas cosas más.

Antes de considerar estos temas con mayor detalle, debería abordar algunas objeciones potenciales al hecho de traer la experiencia humana a la apologética. Una objeción es que el apologista puede caer rápidamente en vender la fe mediante una apelación a las necesidades percibidas de los estadounidenses consumistas. Estas necesidades no siempre son válidas.

Otra objeción es que dichas cuestiones son subjetivas. Apelar a ellas es quedar atrapados en cuestiones que son, como mucho, no racionales y, como mínimo, irracionales. Nuestra consideración del cristianismo no debería estar basada en fundamentos tan endebles.

Estos problemas pueden ser evitados concentrándonos en aquellos aspectos de nuestra experiencia que son compartidos universalmente. Alguien ha denominado estas cuestiones "objetivas-subjetivas". Es decir, que son cuestiones subjetivas de una clase compartida por todos nosotros en virtud de ser miembros de la raza humana. El deseo de orden moral es algo que se siente internamente, pero es una necesidad universal. La fe es subjetiva, pero la predisposición a creer es universal. El significado personal es también un deseo interior, pero es algo que todos tenemos.

Veamos ahora las respuestas que da la Biblia a las preguntas que estamos considerando.

Recuerde que una de las preguntas abarcadas por la cuestión del significado es: ¿De dónde vengo? En Juan 1:1-3, Colosenses 1:16, 17 y Hebreos 1:2 se nos dice que fuimos creados por Dios por medio de Jesús. Además, a través del ejemplo de David y Jeremías sabemos que Dios nos creó y nos conoce individualmente (Salmos 139:13-16, Jeremías 1:5). A menos que estemos preparados para sostener que fuimos hechos por capricho o tal vez por deporte -y nada en la Biblia indica que Dios hace nada parecido-, debemos concluir que Él nos hizo con un propósito.

La pregunta ¿Hay significado en las experiencias de la vida cotidiana? se contesta por la comprensión de que Dios está obrando sus propios propósitos en nuestra vida (Filipenses 2:12, 13; Romanos 8:28; 9:11, 17; Efesios 1:11).

Finalmente, ante las preguntas: ¿Cuál es mi propósito? y ¿Qué debería estar haciendo?, la Biblia enseña que debo obedecer los preceptos morales de Dios (Juan 14:23, 24; 1 Juan [todo el libro]) y que debo participar en la obra de Dios, haciendo las cosas específicas que Él me ha dado para hacer (Juan 13:12-17; Efesios 2:10; 1 Pedro 4:10).

Con relación a la moral, las acciones nobles de las personas y los estragos de la guerra son comprensibles a la luz de haber sido creados a la imagen de Dios, por un lado, y haber sido corrompidos por el pecado, por el otro. Si bien no pensamos típicamente en Jesús como el dador de la ley tanto como el prototipo de la bondad moral, esto no quiere decir que Él no define para nosotros lo que está bien. Al ser plenamente Dios, comparte la perfección moral de Dios el Padre. Él también nos creó como criaturas morales y puso en nosotros la conciencia del bien y del mal. Además, su posición central en el plan de redención, que fue puesto en práctica por nuestro distanciamiento de Dios inducido por el pecado, lo convierte a Él en el punto focal de la cuestión del bien y del mal. En consecuencia, en Jesús encontramos una comprensión de nuestra conciencia de pecado y de juicio así como la solución de la cuestión crucial de la culpa y el perdón.

Esto se olvida demasiado frecuentemente en nuestro testimonio evangélico hoy. Un teólogo ha notado que el tema central del evangelio ya no es la justificación por fe sino la nueva vida. Pero la gente sabe que hace lo incorrecto y quiere que la carga de la culpa sea levantada. Muchos hacen esto negando todo tipo de moral universal. Todo lo que tienen que hacer para mantener una conciencia limpia, creen, es ser "fieles" a ellos mismos. Pero en la práctica esto no funciona. Reaccionamos negativamente cuando una persona que está siendo "fiel" a sí misma nos hace algo indebido. También sabemos que otros están justificados en objetar nuestras acciones que les hacen daño. Nuestra indignación moral ante las acciones de otros deja ver nuestro sentido de que hay una ley moral que nos trasciende. El naturalismo no tiene forma de tratar con todo esto, pero Jesús sí.

Ya he tratado el lugar importante que ocupa la esperanza en la vida cristiana. Tenemos algo específico en lo cual esperar, y en nuestro caminar con Cristo podemos experimentar esperanza en el nivel psicológico.

Para los apóstoles Pablo y Pedro, la esperanza encuentra su punto focal objetivo en la resurrección de Jesús (Hechos 23:6; 24:14, 15; 1 Pedro 1:3). Porque nuestra esperanza es la vida eterna (Tito 1:2; 3:7), y la resurrección de Jesús es evidencia objetiva y concreta de que la promesa de vida eterna es cierta. Es con este contenido objetivo de nuestra esperanza en mente que Pablo puede decir que los gentiles no tenían ninguna esperanza y estaban sin Dios en el mundo (Efesios 2:12).

La esperanza que tenemos no es algo que podamos ver (Romanos 8:24, 25); nos espera en el cielo (Colosenses 1:5). No obstante, nos brinda el contexto para nuestro gozo hoy (Romanos 12:12). La esperanza se ve fortalecida al enterarnos de lo que Dios ha hecho en el pasado y al perseverar en nuestro andar cristiano (Romanos 15:4). Al crecer nuestra fe y experimentar el gozo y la paz que da Jesús, nuestra esperanza cobra vida (Romanos 15:13). Antes que poner nuestra esperanza en riquezas terrenales (1 Timoteo 6:17), ponemos nuestra esperanza en el Dios que no puede mentir (Tito 1:2).

En resumen, las respuestas a las cuestiones del significado, la ley y la esperanza -que no tienen respuestas en el naturalismo- se encuentran en Jesús. Estas verdades, reforzadas por los hechos y la consistencia lógica del cristianismo, pueden ser una parte significativa de nuestro caso a favor de la verdad de Jesucristo. Si bien la verdad no está determinada en última instancia por la experiencia, la experiencia común de la humanidad brinda un punto de contacto para el evangelio. Aun cuando dichas cuestiones no sean persuasivas por sí mismas, podrían al menos servir para mostrar que el cristianismo es pertinente para nuestra vida hoy.

© 2004 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.

Traducción: Alejandro Field

Notas

  1. Alister McGrath, Intellectuals Don't Need God and Other Modern Myths (Grand Rapids: Zondervan, 1993), 73.
  2. Reconozco que este es un punto de partida "de bajo nivel", pero llegar a la fe suele ser un proceso paso a paso.
  3. No es que la verdad de la fe esté sujeta a la experiencia del individuo sino que, al ser verdadera, se aplica a él en su vida diaria.
  4. C. Stephen Evans, Subjectivity and Religious Belief: An Historical, Critical Study (Washington, D.C.: University Press of America, 1982), 7.
  5. Ibid., 11.
  6. Ravi Zacharias organiza su apologética en Can Man Live Without God (Dallas: Word Publishing, 1994) alrededor de estos temas.
  7. En este artículo usaré los términos "ateísmo" y "naturalismo" indistintamente.
  8. Huston Smith, Beyond the Post-Modern Mind, rev. ed. (Wheaton: Quest Books, 1989), 83ff.
  9. Ravi Zacharias, Can Man Live Without God (Dallas: Word Publishing, 1994), 32.
  10. Paul Kurtz, "Do We Need God To Be Moral? A Debate," Free Inquiry, Spring 1996, 7.
  11. J.I. Packer and Thomas Howard, Christianity: The True Humanism (Waco, Tex.: Word Books, 1985), 85.
  12. See C. Stephen Evans, The Philosophy of Despair: Existentialism and the Quest for Hope (Dallas: Probe Books, 1984). Ver también el soliloquio final de Meursault en Albert Camus, The Stranger (New York: Vintage Books, 1954), 151-54.
  13. Albert Camus, The Stranger (New York: Vintage Books, 1954), 150.
  14. Ibid., 150.
  15. Ibid., 153-54.
  16. Ibid., 143.

Acerca del autor

Rick Wade se graduó de Moody Bible Institute con un B.A. en Comunicaciones (radiodifusión) en 1986. Se graduó con honores en 1990 de Trinity Evangelical Divinity School con un M.A. en Pensamiento Cristiano (teología/filosofía), donde sus estudios culminaron en una tesis sobre la apologética de Carl F. H. Henry. Rick y su familia viven en Rowlett, Texas. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org. Por favor indique a qué artículo se está refiriendo.

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